El Olivo y sus magníficos frutos

Exportados a todas partes del mundo y consumidos como una exquisitez única, la aceituna y el aceite de oliva son dos pilares básicos de nuestra alimentación mediterránea.

Cuenta la mitología griega, que el olivo debe su creación a la diosa Atenea. Ésta y el dios Poseidón se vieron enfrentados por conseguir ser el protector de la ciudad de Áttica. El ganador sería aquel que presentara el regalo más preciado para los ciudadanos. Mientras que Poseidón hizo aparecer un caballo, la diosa de la sabiduría hizo brotar un olivo que, no sólo permitiría que se alimentaran, sino que también de él obtendrían un líquido como el oro con multitud de propiedades y usos. Finalmente, Atenea fue quien ganó el enfrentamiento y, además de ser la protectora de la ciudad, su propio nombre se convirtió también en el de la ciudad.

El olivo se trata de un árbol milenario, cuyo origen se cree que fue en el Oriente Medio Próximo. Su cultivo se extendió gracias a los pueblo comerciantes como los fenicios, asirios o judíos, siendo los griegos los primeros en potenciar su cultivo. Sin embargo, quien contribuyó enormemente en la expansión de este árbol fue el imperio romano.

Los primeros documentos en los que aparece reflejada la existencia y utilización de los olivos fue en unas tablillas micénicas en barro procedentes del rey Minos (2500 a.C.). Las mismas nos muestran la gran importancia que ya tenía entonces el aceite de oliva para la economía cretense. También hay citas en Egipto, de hace mas de 5000 años, que nos muestran que ésta civilización fue la primera que practicó la extracción del aceite, y éste se utilizaba tanto para el aliño de las ensaladas como para iluminar los templos o para darse un buen baño, entre otros usos. Como vemos, algunos de esos usos se siguen manteniendo hoy en día.

La localización donde se concentra la mayoría del crecimiento de este árbol es la ribera del mediterráneo (debido al clima), aunque no exclusivamente, ya que de la misma manera los encontramos en los Estados Unidos, Nueva Zelanda, Argentina o Australia. En España es en Andalucía donde encontramos la mayor parte de los olivares, alrededor de un 80 por ciento.

Todos conocemos los olivos y estamos acostumbrados a ver los extensos olivares cuando viajamos por el sur de Andalucía. Sobre una tierra seca y un poco pedregosa y en ocasiones anaranjada, el olivo se eleva en su altura (pueden alcanzar los 15 metros) mostrándonos un bonito panorama rural. Y en ocasiones, si bajamos la ventanilla del coche podemos oler el olor a aceite que impregna el lugar si hay alguna almazara o molino de aceitunas cerca que nos invita a parar en el próximo restaurante y mojar un buen trozo de una hogaza de pan en ese magnifico aceite.

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